(…)
─Nunca me dieron buena espina los leones disfrazados de pajaritos, aunque pensándolo bien los animales no suelen hacer algo así, nunca vi a un verdadero lobo disfrazarse de cordero. Eso es más bien propio de humanos, de deshumanos o de inhumanos. Siempre adiviné a un niño asustado detrás del disfraz de rata que camuflabas con el de ser humano parlanchín y bonachón. Siempre lo vi, siempre me empeñé en no querer verlo.
Tengo que quitarme de una vez esta manía de querer tanto a la gente que tengo, no es buena para mi salud.
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Fragmento de “No todo el orégano está en el monte”
Teresa Delgado © 2015
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