NANA DE LA LUNA


viernes, 31 de agosto de 2012

142 Aniversario del nacimiento de Maria Montessori

María Montessori, uno de mis más admirados REFERENTES


(Chiaravalle, 1870 - Noordwjek, 1952) Pedagoga italiana que renovó la enseñanza desarrollando un particular método, conocido como método Montessori, que se aplicaría inicialmente en escuelas primarias italianas y más tarde en todo el mundo. Dirigido especialmente a niños en la etapa preescolar, se basaba en el fomento de la iniciativa y capacidad de respuesta del niño a través del uso de un material didáctico especialmente diseñado. El método proponía una gran diversificación del trabajo y la máxima libertad posible, de modo que el niño aprendiera en gran medida por sí mismo y al ritmo de sus propios descubrimientos.
Maria Montessori
Licenciada en Medicina en 1896 en la Universidad de Roma, ayudante el año siguiente en la cátedra de Psiquiatría de la misma universidad, se vio impulsada por su instinto profundo al estudio de los niños deficientes y advirtió inmediatamente que su problema, más que médico, era pedagógico. Expuso sus ideas sobre esta materia en el congreso pedagógico de 1898 de Turín. El ministro Baccelli le encargó que diera un curso a las maestras de Roma sobre la educación de los niños deficientes mentales, o "psicópatas", curso que se transformó después en una Escuela Magistral Ortofrénica, dirigida por Montessori durante dos años.
Marchó a continuación a Londres y a París para profundizar en estos estudios, asistiendo luego a cursos de Filosofía en la Universidad de Roma y de Psicología experimental, convencida de que la educación del niño había de tener su primer y esencial fundamento en el conocimiento científico, somático y psíquico de su ser. La lectura de las obras de J-M.-G. Itard y de E. Séguin, los dos ilustres maestros de educación de anormales en Francia, la ayudaron a profundizar los problemas de dicha educación especial, que bien pronto se le apareció como aplicación y revelación de las leyes generales de la educación del niño.
La obra desarrollada a continuación entre niños psicópatas mediante una experiencia práctica y fecunda trajo como consecuencia la aparición de una Montessori teorizadora y organizadora de un método general de la educación infantil. En 1907, precisamente en enero, por encargo del Instituto dei Beni Stabili de Roma, abría Montessori en uno de los nuevos barrios obreros la primera "Casa de los niños", al que pronto seguirá otra, también en Roma. Desde allí, la Institución se difundió por Italia y más aún por el resto del mundo, tomando el carácter de institución independiente, organizada de un modo cada vez más claro como un método original de educación infantil.
Este método, ya maduro por la experiencia y por la reflexión, fue expuesto por Montessori en el volumen Il metodo della pedagogia scientifica applicato all'autoeducazione infantile nella Casa dei bambini (1909), editado más tarde varias veces (1913, 1935, hasta la IV, de 1950, aparecida con el título La scoperta del bambino) y pronto traducido a las principales lenguas.
El método consistía en desarrollar la autonomía del niño, que encontraba en la "Casa" el material indispensable para el ejercicio de los sentidos, los objetos apropiados a sus aficiones y a sus proporciones físicas, y las posibilidades de aplicarse, con su trabajo personal y según su libre elección, a la solución de problemas prácticos interesantes, mediante el variado material disponible. 


El principio dominante era el de dejar hacer; de vigilar para ayudar en caso de necesidad; de tener fe en el valor inmenso de una actividad libre desarrollada con vistas a finalidades concretas adoptadas por el niño, capaz de impulsar un desarrollo seguro y de desembocar, poco a poco, en descubrimientos espontáneos y conquistas según un ritmo natural y según una sucesión de "períodos sensitivos", vinculados a las aficiones particulares del niño, que era preciso saber comprender y satisfacer en el momento adecuado, para no dejar pasar la ocasión propicia sin el indispensable ejercicio.
Era un programa y un apostolado que se inscribían con caracteres propios en el movimiento de la "escuela activa" y que enlazaba más o menos con Rousseau y con Froebel. La obra siguiente, L'autoeducazione nelle scuole elementari (Turín, 1910), también reeditada dos veces en 1916 y en 1940, aplicaba el método a las enseñanzas en la escuela elemental.
Entretanto, desde 1909, profesaba en Città di Castello cursos para maestros, protegida por dos beneméritos de la educación popular, Leopoldo y Alice Franchetti, y escribía artículos en italiano y en inglés, para ilustrar su método y su pensamiento, que más tarde sintetizó en el Manuele di pedagogia scientifica (Nápoles, 1921). A partir de 1913-14, se multiplican sus estancias en América del Norte y en muchos países europeos: Alemania, Gran Bretaña, España (Barcelona fue la ciudad que se interesó por los nuevos métodos), Holanda y Suecia. Estuvo después en China y en la India, y al mismo tiempo se difundían por todo el mundo las "Casas" montesorianas.
Su influencia se dejaba sentir también en países como Francia, Austria y Suiza. Mientras tanto, sus obras eran traducidas a casi todas las lenguas y el pensamiento de Montessori, aun conservando las líneas esenciales, desarrollaba los gérmenes espirituales, la visión algunas veces mística de la naturaleza, la inspiración religiosa, que afloraban ya en las primeras obras.

Montessori con sus alumnos (Londres, 1940)
Las etapas de su evolución, hasta incluir influencias del psicoanálisis, están representadas por el volumen Il segreto dell'infanzia, publicado en Bellinzona en 1938, y luego en Milán en 1950; por los ensayos Il bambino in famiglia, de 1936; por la obra De l'enfant à l'adolescent (París), no traducida al italiano; por La mente del bambino (Milán, 1952), traducción italiana póstuma de la obra publicada en inglés en Madras, en 1949, con el título The absorbent mind, y por la cuarta edición de la primera obra fundamental, con el título La scoperta del bambino, ya citada.
En conferencias, cursos, congresos se desarrollaba la actividad formidable de la educadora. También había fundado en Barcelona, en 1916, una "Iglesia de los pequeños", aplicación de los principios de la "Casa" a la educación religiosa de los pequeños, tema al que dedicó después algunos ensayos (I bambini viventi nella Chiesa, 1924; La Santa Messa spiegata ai bambini, 1949).
Cada vez concentraba más su apostolado en la idea de que el niño educado con pleno respeto a su libertad y a sus infinitos recursos debía ser el educador del adulto, el regenerador de la humanidad, y que la formación del hombre según los principios predicados por ella podía y debla garantizar el triunfo de la justicia y de la paz en el mundo. El pequeño volumen Formazione dell'uomo (1949) y los tres ensayos contenidos en Educazione e pace (1949), representan, puede decirse, su testamento espiritual. En los últimos años de su vida participó de modo notable y competente en los trabajos de la U.N.E.S.C.O. y fundó el centro de estudios pedagógicos en la Universidad para extranjeros de Perusa.

FUENTE:  http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/montessori.htm



- La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle.
- Ésta es nuestra obligación hacia el niño: darle un rayo de luz, y seguir nuestro camino.
- Si la ayuda y la salvación han de llegar sólo puede ser a través de los niños. Porque los niños son los creadores de la humanidad.

lunes, 27 de agosto de 2012

Discurso de María Teresa Andruetto al recibir el Anderser 2012



 
 
 
A las autoridades aquí presentes,  
Al equipo directivo de IBBY,
a la impronta de su fundadora Jella Lepman,
a los representantes de las delegaciones aquí presentes,
a ALIJA delegación argentina del IBBY,
al Honorable Jurado de este premio,
a mi compañero de premiación Peter Sis,
a las instituciones que en el mundo difunden la literatura infantil de calidad, particularmente a CEDILIJ, mi casa madre,
y a los escritores, ilustradores, especialistas y editores latinoamericanos,
por las convicciones de trabajo, la alegría compartida, el afectuoso acompañamiento.
Me crié en un pueblo de provincia, en un país de un continente que comparte casi en su totalidad una lengua. Pese a su abrumadora masividad, ya que se trata de la voz de más de 450 millones de personas, su literatura ocupa un lugar en cierto modo periférico en la traducción a otras lenguas. Este castellano mío, cuna del barroco y el conceptismo, no es sin embargo una sola única lengua sino un abanico de variantes desarrolladas en España y Latinoamérica, formas de habla y escritura mestizadas por los pueblos originarios y los aportes de africanos, europeos y asiáticos que –esclavizados, sometidos, aceptados o bienvenidos - impregnaron nuestros modos de decir y de pensar.
La frase de mi casa fue: este país generoso recibió a tu padre. Desciendo de emigrantes, es decir de pobres y desterrados. Desde que recuerdo y seguramente también desde antes, escuché historias de personas que habían llegado hacía muchos años a América, hombres y mujeres cuyos modestos episodios adquirían relevancia en el relato. Fui criada por una madre a la que le gustaba contar historias y por un padre que había dejado a su familia en Italia y reconstruía al infinito el largo viaje a Argentina, el encuentro con mi madre. Me crié en la llanura argentina, entre personas a la vez melancólicas y pragmáticas, en una familia con mucha apetencia de saber, una casa en la que siempre hubo libros y donde se contaba con muchos detalles el pasado de los que habían estado antes. Tal vez por eso me apasiona lo extraordinario en la vida de cada uno de nosotros, lo extraordinario de la vida en sí misma.
Dentro de esa familiaridad con los relatos y los libros, en la idea de que había que saber un poco de todo para poder habitar en el mundo, recuerdo el momento en que descubrí, en la cocina de casa, en un libro muy de la época, que esos dibujos llamados letras podían unirse y formar palabras y que esas palabras eran los nombres de las cosas. No se trataba de literatura, era la vida misma que –suponía yo- se presentaba de ese modo para todos, en todas las casas y en todas las familias. Años más tarde comprendí que no todos los niños tenían acceso a los libros y eso hizo que tomara cierto rumbo, el de trabajar en la construcción de lectores.
Dar sentido a la experiencia; en esa conciencia reside la belleza de la vida. Vivir conscientes es al mismo tiempo defender nuestra particularidad como individuos y como pueblos. Es muy fuerte la demanda para que los libros unifiquen sus asuntos y sus usos del idioma, se vuelvan un poco neutros, pero la literatura busca lo particular, el palpitar de la lengua, su permanente escurridizo movimiento. En más de una ocasión, editores de otros países o de otras lenguas me han dicho que mi escritura era “demasiado argentina”, pero es justamente ahí, en las palabras de la sociedad que nos contiene, donde reside el desafío de un escritor, su campo de batalla. A la vez, mientras más ahondamos en lo particular, mientras menos estándar es nuestra escritura, más difícil se vuelve su exportación. En mi caso esto se complejiza, porque he escrito desde las diferencias del castellano argentino en las diversas regiones de mi país, no porque quiera hacer un paneo por los modos de hablar de mi tierra sino porque el narrador elegido me lo pedía. Es que imagino un narrador e intento escuchar cómo habla, y él me abre la puerta, me enseña el camino a seguir. He vivido el acto de escribir como una defensa de lo más propiamente mío, intento de capturar un animal hecho de palabras, en el deseo de encontrar allí algo para ofrecer a otros. El camino hacia la propia cosa y el propio modo de decir, ya que la máxima aspiración de un escritor es construir con la lengua de todos, una lengua nunca escuchada todavía.
En qué tradición debe insertarse una escritora descendiente de europeos que se crió en un pueblo de un país latinoamericano, una mujer cuya madre jamás hubiera soñado que sus hijos fueran a la universidad, alguien que accedió a estudios superiores porque en su país existe la educación gratuita, la universidad pública. ¿En qué fuente beben los escritores para niños en nuestros países? Lo universal y lo local, lo latinoamericano y lo europeo, lo central y lo periférico, lo clásico y lo contemporáneo, lo destinado a niños y lo publicado para adultos nos agitan y azuzan en una red de tensiones donde la mayor riqueza es el desacato, el desacomodo y el cuestionamiento, todos ellos propicios para la creación. Por eso la necesidad de liberar de ataduras y corsés a la Literatura Infantil, la importancia de centrarla en el trabajo con el lenguaje, como intenté decir en mi libro Hacia una literatura sin adjetivos. A comienzos de la recuperación democrática en mi país, mi generación comenzó a llevar a las aulas una frase, una convicción: “la literatura infantil es también literatura”. Pero para que eso que decimos sea verdad, debemos sortear sobreactuaciones, estereotipos y retóricas que pueblan tantos libros para los niños, escrituras serviles disfrazadas con ropajes nuevos.
Escribo para comprender, o tal vez buscando ser comprendida. Camino de conocimiento para mí y también tal vez para quien me lee, palabras que pueden despertarnos como a la durmiente princesa de uno de mis cuentos. Lo que escribo es fruto de mi tiempo, de mi sociedad, de mi experiencia, no tanto por las peripecias que narro, sino sobre todo por el uso del lenguaje, porque en el lenguaje de todo escritor se reflejan sus convicciones y contradicciones, su conocimiento y su confusión. Es en las palabras donde se libra el combate, y es de palabras la grieta por donde acceder a una lengua privada en el inmenso mar de la lengua social. Una grieta que haga balbucear a la lengua oficial, una suerte de contrapoder frente a lo uniforme y lo hegemónico.
He buscado a lo largo de estos años quién sabe qué en distintos géneros, he lanzado botellas al mar de lectores diversos, siempre pensando que no hay espacios cerrados entre lo que interesa a niños o jóvenes y lo que le puede interesar a un adulto. No hay para mí muchas diferencias entre escribir para unos u otros, de hecho no pienso en los niños cuando escribo. Se trata más bien del deseo de mirar “desde los ojos de otro” ciertas imágenes que me interpelan, que se resisten al olvido. Al escribir me enfrento sobre todo a mis prejuicios, me pongo en cuestión, y desearía que mi lector – por niño o grande que sea- se pusiera también en cuestión, se viera llevado a tomar posición. La escritura proviene de un intenso mirar y de una intensa escucha. Con la emoción como brújula, dependo de eso, pero intento mantenerme alerta porque muy a menudo algo me distrae o se empaña y pierdo el rumbo.
La historia del arte es también la historia de la subjetividad humana, necesidad de compartir dolores, alegrías o asombros con otros individuos contemporáneos o futuros; intentos de agregar algunas palabras al gran relato del mundo. En cuanto a mí, me gustaría llegar al corazón de quien me lee, llevarlo a sentir y a pensar, porque contra el adormecimiento de la conciencia, la literatura nos propone una de las inmersiones más profundas en nosotros y en la sociedad de la que formamos parte. La literatura se construye con un bien social –el lenguaje- , un bien que es de todos, y se alimenta de los relatos que esa sociedad genera. Es bueno recordar cada tanto que los escritores nos apropiamos de ese patrimonio común y que ese patrimonio regresa para pedirnos que volvamos la cabeza hacia los otros. Para pedirnos que miremos y escuchemos con atención, con persistencia, con imprudencia, con desobediencia, no para dar respuestas sino para generar preguntas. Hay algo sagrado entre un escritor, su lengua y su sociedad. La ligazón entre las condiciones de una cultura y las formas estéticas que un individuo encuentra marcan el camino de regreso a dolores personales o sociales que, en la alquimia del trabajo, lograron mutar en hondura, armonía o belleza, tal como nuestro admirado Andersen transformó la miseria o el desprecio en La vendedora de cerillas o El patito feo.
Se trata entonces del camino de una mujer hacia lo propio de sí y de su sociedad. Lo propio, eso que es también lo desconocido de nosotros, una voz alimentada y sostenida por las voces de muchos otros. Así, buscando mi propia identidad en la historia de un muchacho que atraviesa el océano, en la de niños cartoneros en una villa de emergencia, en la de una niña que ansía vivir con su madre o en la de una joven un poco extraviada -personajes adormecidos, íntegros o necesitados de amor- estaba buscando de algún modo misterioso la identidad de mi pueblo. En los últimos años, he tomado conciencia de eso, pero que ese camino me haya traído desde aquella periferia nuestra hasta esta institución, este contexto y este congreso, para recibir este premio mayor, cuyas consecuencias apenas dimensiono, es algo que me conmueve y me sorprende, algo que todavía no alcanzo a comprender.
María Teresa Andruetto
Esta maravilla me la encontré en:

HISTORIAS PARA CAMBIAR EL MUNDO 2012

Teresa Delgado en " LA VOZ HISPANA DE NEW YORK"

Entrevista realizada por la columnista Zenn Ramos en la Pag.23 de la sección: Oteando sobre Arte,cultura y poesía del periodico "La voz hispana de New York.

Historias para cambiar el mundo

VOLEM VERSOS



Open publication - Free publishing - More versos

"El árbol y los libros" Teresa Delgado (Pags 36-37)

Ilustración: Gozia Mosz il.

Biblioteca Pública Concentaina


Cuentacuentos Barlovento La Palma

La noche de las letras ( Cuento corto: "¿Jugamos?" pag 38-39 )

Quizá solo quizá, ya los sueños sean más importantes que los proyectos, las casas se puedan comenzar a fabricar por los tejados, los búhos no lo sepan todo y decidan empezar a doblegar sus egos y las hormigas puedan jugar con los osos hormigueros.

21 de Junio 2012, contando para cambiar el mundo