Algún día, en el espacio tiempo, nos encontraremos al unísono
con la verdad. Ha de ser hermoso encontrase de frente con nuestra alma y que su voz sea la única certeza para todos.
Tambien ha de ser agradable la sensación de no llegar siempre tarde o demasiado
pronto, tanto como el hecho de que no te llamen raro aunque no
te calce ningún zapato aun no siendo de cristal.
Imagino como ha de sentirse uno cuando no haya de callar
muchas palabras tan solo porque no riman con el el resto del mundo.
En ese lugar y tiempo es posible que no llamen locos a los
cuerdos y que los locos que gobiernan el mundo no sean más importantes que aquellos que se
creyeron, a pies juntillas, que no llegarían a nada si continuaban viendo el mundo de aquella otra
manera. Y así lo hicieron, olvidaron su grandeza. Su misión única en este planeta. Los hombres malos cuentan con su beneplácito para destruir el mundo pero ellos no lo saben siquiera porque los hombres malos dicen palabras que adormecen las almas buenas.
Si, ha de ser alentador que los hombres buenos despierten y pronuncien esas palabras que harán que la verdad sea la bandera del mundo.
Si, ha de ser alentador que los hombres buenos despierten y pronuncien esas palabras que harán que la verdad sea la bandera del mundo.
Quizá ese sea el instante en que los molinos, aspas al viento, ondeen canciones de libertad expandiendo
el aroma a rosas de asteroides tan lejanos como los latidos de tu propio
corazón.
Si amas a una sola rosa en el mundo eso es exactamente lo
que has de hacer. Aqui. Ya.
-
- Mi rosa se llama dulcinea- Respondió el
caballero de la larga figura.
- Veo que me comprende señor, presiento que
seremos buenos amigos- respondió el niño con una amplia sonrisa de niño pequeño, su mirada en cambio era tan grande como un universo infinito.
Teresa Delgado © 2012
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