La vida no ha de ser otra cosa que vida. A menudo se nos antoja un espejo, una diana, un acertijo, un verdugo, una malvada bruja, una
ladrona... Nos parece poco amable cuando declaramos que es ella la nos araña
el alma, nos arrebata lo que amamos, nos arranca a jirones la piel y los sueños.
Sin embargo, hay ocasiones en que nos dormimos plácidamente en su regazo seguros de que en ningún otro lugar puede haber más magia y de que uno no disfrutará de más en paz que en el arrullo de su voz.
La vida es un poema que construimos latido a latido, de la misma manera que a base de pulsos, nos construye ella a nosotros instante a instante. la vida es un libro por escribir, nuestras lágrimas desembocan en sus océanos y cuando llega el tiempo de las sonrisas las mariposas colorean nuestra promesa de cielo. También la vida se viste de noche pero nunca jamás falta a su cita cuando toca abrir los ojos y encontrarnos con un nuevo lienzo en blanco que podemos colorear a nuestro antojo. Incluso si nos ponemos ojos de niños o nos permitimos ver con los ojos del alma podremos descubrirla dibujándonos las nubes que han de llovernos las palabras exactas que necesitamos escuchar y también, como a hurtadillas se acerca a insinuarnos los más bellos cuentos a sabiendas de que son los cuentos que nosotros mismos dejemos plantados por estos lares los que darán sentido a nuestra existencia...
Sin embargo, hay ocasiones en que nos dormimos plácidamente en su regazo seguros de que en ningún otro lugar puede haber más magia y de que uno no disfrutará de más en paz que en el arrullo de su voz.
La vida es un poema que construimos latido a latido, de la misma manera que a base de pulsos, nos construye ella a nosotros instante a instante. la vida es un libro por escribir, nuestras lágrimas desembocan en sus océanos y cuando llega el tiempo de las sonrisas las mariposas colorean nuestra promesa de cielo. También la vida se viste de noche pero nunca jamás falta a su cita cuando toca abrir los ojos y encontrarnos con un nuevo lienzo en blanco que podemos colorear a nuestro antojo. Incluso si nos ponemos ojos de niños o nos permitimos ver con los ojos del alma podremos descubrirla dibujándonos las nubes que han de llovernos las palabras exactas que necesitamos escuchar y también, como a hurtadillas se acerca a insinuarnos los más bellos cuentos a sabiendas de que son los cuentos que nosotros mismos dejemos plantados por estos lares los que darán sentido a nuestra existencia...
Teresa Delgado © 2012