Un trocito de niño voló de la mano de su sueño sobre una
semilla de diente de león.
Hoy, ya convertido en un hombre, es el portador de la mirada
más brillante de todas cuantas le rodean. Nadie conoce su secreto pero él no ha
olvidado que un día cambió un trocito de sí mismo por un sueño y que las
semillas de diente de león son pequeñas, saben esperar por los vientos
propicios y van despacio pero siempre,
siempre, siempre hacen realidad los
sueños.
Teresa Delgado © 2010
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